Las
nuevas tecnologías de la información y la comunicación
(TICs) ya son parte de nuestra vida
cotidiana. Es importante prestar atención a cómo los jóvenes van construyendo,
a partir de ellas, sus representaciones sociales de la realidad.
Hace ya varias décadas que la sociedad
en general es parte de un fenómeno creciente: la inmersión en el mundo
audiovisual y massmediático. Conforme
avance la digitalización en nuestras vidas, estaremos rodeados por un mayor
número de pantallas y aplicaciones para vivir la era digital. La televisión ya
no es accesible sólo por tomar el control remoto y encender la caja mágica,
sino que el mundo cibernético y digital posibilita la eterna repetición y
perpetuación de todos los otros medios de comunicación y redes alternativas al
mundo real. Ya es imposible pensar que haya algo que las tecnologías digitales
no permitan. Internet habilita un sinnúmero de actividades. La era de la imagen
impone nuevas formas de vida, selladas con el aceleramiento de intercambio de
información, de consumo, de comunicación y nuevas tecnologías.
En este contexto, no es de extrañar que
la constitución de una cultura juvenil esté caracterizada por un modo de vivir
muy diferente a otras generaciones, con características muy distintivas y
particulares. Aparece allí, en el espacio social y simbólico, la cultura de lo massmediático que nos atraviesa y nos
determina, tanto a jóvenes como a adultos. Las relaciones vinculares de los
jóvenes y sus procesos de desarrollo se construyen ahora mediáticamente, por lo
propio y también por lo dado, y aparece la llamada “Generación N” como una construcción mediática. En tanto, nuestros
adolescentes viven una etapa de cambios, donde la conformación de su identidad
dependerá de muchos factores, pero también de los agentes de socialización; la
familia, los amigos, y hoy podemos asegurar que las nuevas tecnologías. Hoy a los adolescentes
se les impone no sólo la televisión, sino también la computadora, que tienen la
obligación de usar, por ejemplo para las tareas escolares. Pasan
más tiempo frente a la televisión o en youtube,
en facebook, en el msn, en twitter, en el blog, en
Cuevana y en juegos en red, que con su familia o en la escuela. Los vínculos
son otros, estar con amigos es estar conectados, estar on line.
Los medios de comunicación nos proveen
de significaciones que nos sirven para vivir nuestro día a día. Este
universo simbólico irá constituyendo las representaciones sociales que, desde
lo psicosocial, nos habilitarán a movernos diariamente. Esta interpretación de
la realidad, dada por esta construcción de sentidos que circula a través de los
medios masivos de comunicación, es de gran importancia. Es allí donde nuestro
“sentido común” nos explicará nuestra forma de movernos y relacionarnos con
otras personas.
Las autoras Petit y Cilimbini citan a
Mattelart hablando a propósito de los
medios masivos de comunicación. Los medios “hacen de un modo determinado a la
gente”, especificando que los usos que la audiencias hacen de los medios resultan
en un proceso recíproco en el que los sujetos “se modifican y modifican aquello de lo que se apropian”.
Según Cristina Petit, la revolución
tecnológica en la que estamos inmersos imprime cambios socio-culturales y en este
contexto cobran relevancia, desde una mirada psicológica, las prácticas, los
usos y apropiaciones que de las TICs hacen los niños y adolescentes. Los
mensajes que transcurren en las TICs son transformados por los sujetos,
anclándose en sus representaciones sociales. Aquellos fenómenos en los que los
adolescentes están inmersos en la actualidad, y que no logramos comprender,
provienen en gran medida de esta serie de representaciones sociales que los
adolescentes forman como resultado de la presencia de las TICs en sus vidas.
Es por ello que, en este contexto, al
igual que sostienen Grimson y Varela, considero que la familia es el punto de
partida frente a este agente socializador que es la televisión, ya que es el
lugar “donde las rutinas y las fórmulas de la vida cotidiana se forman y se
sostienen, y donde la identidad individual y la seguridad están fijadas en el
tiempo y en el espacio” (Grimson y
Varela). La familia debe acompañar este proceso socializador, apropiándose
junto con los adolescentes del uso que se puede hacer de las TICs y de los
mensajes que provienen de ellas.
Pero no sólo la familia es importante;
la escuela, como una de las instituciones primarias de socialización, es un
escenario por excelencia para enseñar y reflexionar acerca de un uso provechoso
de las TICs. No hay que desprestigiar tampoco su presencia dentro de los
agentes socializadores. Aún hoy la escuela es un espacio de construcción de
sentidos y conductas, que debe ser aprovechado para acompañar la construcción
de espacios que garanticen la formación de representaciones sociales ancladas
en la realidad, y que eviten conductas violentas y viciosas que muchas
tecnologías imponen.
Las llamadas “Generaciones N” conviven
con todos estos agentes socializadores. Se tiene que buscar un equilibrio en
donde las TICs sean una herramienta más para construir a la sociedad y no
provean sólo simulaciones de mundos alternativos y espectacularización del día
a día, o provoquen angustia, desapego, violencia y adicciones.
Hoy los adolescentes viven en mundo de imágenes que han sido editadas,
producidas y montadas con determinado interés. Si no cuentan con herramientas
que les permitan identificar qué es real y qué no, será difícil que puedan
explicar la fragmentación de la realidad que se les presenta. Es así que este
mundo fragmentado influye en los afectos, las formas de socializar, sobre los
procesos cognitivos, éticos y espirituales.
Si consideramos que hay una gran aceptación social de la condiciones
en las que los jóvenes son inmersos en este mundo, y que escapa a las otras
instituciones socializadoras, es sumamente lógico que nuestra preocupación
recaiga en las imágenes y representaciones sociales que estos chicos van
formándose de este mundo mediatizado y audiovisualizado, porque es con ese
material simbólico que van a operar en otros espacios sociales. Allí aparecen
trastornos adictivos, problemas en las escuelas, en la familia, desapego de la
realidad, espectacularización de la vida cotidiana, entre tantos otros.
Es necesario trabajar
desde los distintos estratos institucionales (familia, escuela, grupo social,
clubes, etc.) y con grupos de adultos, con el objetivo de que aprendan a
ver-escuchar y sentir a los adolescentes. Hay que elaborar estrategias para que
los adultos puedan acompañar a sus hijos o alumnos a ser personas que piensan,
disciernen acerca de la apropiación de las TICs y acerca de lo que nos ofrece
el mundo televisivo y massmediático.
Los adultos debemos ayudar a que los jóvenes desarrollen una mirada
activa sobre los medios masivos de comunicación, que les permitan evidenciar y
comprender que los contenidos propuestos en estos medios son una visión de la realidad y han sido
producidos de manera predeterminada por equipos de personas que tienen sus
propios intereses y objetivos . En otras palabras, el desafío es hacer del consumo
cotidiano de éstos medios un espacio de reflexión activa entre todxs.
Lic. Liliana Beltramo
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